POLÍTICA PERUANA DE ESTE SIGLO
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Sin
embargo, su contenido fue general e ineficaz, sin especificar
prioridades, ni procedimientos, ni maneras
concretas de llevarse a cabo. En realidad, el gobierno
de Toledo no hizo efectivo nada de su contenido, y
su sucesor, García, tampoco. Durante la segunda gestión
presidencial del aprismo, el Perú no desarrolló
una visión sobre el futuro compartida por las fuerzas
políticas principales. García dio más importancia a sus
juicios y decisiones personales que a la conformación
de un consenso o entendimiento entre los actores políticos.
Y, por lo menos hasta el momento, el gobierno
de Ollanta Humala parece haber tomado el mismo
camino que sus antecesores.
Algunos estudiosos dan importancia al entendimiento
que existió entre los responsables de las principales
fuerzas políticas respecto de la necesidad de mantener
el marco democrático durante el tiempo en que el
presidente Toledo perdió bastante popularidad (Talyor
2007). Sin embargo, no se produjo acuerdo alguno
sobre las políticas concretas de mediano y largo plazo
a ser aplicadas en el país. Tampoco se consolidó ni
viene funcionado algún mecanismo de conformación
de consenso como resultado de ese episodio.
Por otro lado, debemos señalar que en la primera
década de este siglo la política peruana ha seguido
fragmentándose.
Los resultados de las elecciones
municipales y regionales confirman esta tendencia.
En ellas, los “ganadores” fueron los movimientos locales
e independientes, entre los cuales no hay relaciones
orgánicas. Tampoco existió agrupación alguna
que gane el mismo nivel de votos en las tres instancias
electorales (regional, provincial y distrital).
En estas circunstancias, las fuerzas políticas no han logrado
institucionalizar el proceso de la toma de decisiones
y formación de consensos. Aunque existe continuidad
en materia económica, nunca se ha discutido la
manera en que deben aprovecharse los recursos provenientes
de la bonanza y estabilidad macroeconómica,
ni cuál debe ser el papel del Estado en tal materia. Ni
durante la campaña electoral de 2010, ni bajo la gestión
presidencial de Humala, nada parece indicar una
tendencia hacia una mayor institucionalización de la
democracia peruana y la superación de los problemas
que llevaron a los sucesos del 5 de abril.
Por otro lado, los partidos políticos no han avanzado
en su renovación ni institucionalización, mientras
la dominación interna de los “jefes máximos” ha
continuado. Aunque en 2003, por primera vez en
la historia, la ley de partidos políticos fue aprobada
y promulgada, la cual estipula la obligación de realizar
elecciones internas para nombrar a la dirigencia
partidaria y los candidatos de las elecciones para
cargos públicos, esta no ha sido cumplida debido a
la dominación interna ejercida por los caudillos.
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